Museo de las Naves de Fiumicino

El Museo de los Naves de Fiumicino alberga una de las colecciones más importantes de navíos antiguos del Mediterráneo, de entre los que forman un conjunto excepcional los cinco pecios principales: tres embarcaciones fluviales para el transporte de mercancías entre Portus y Roma a través del Tíber, una nave para el transporte marítimo y una de las insólitas barcas de pesca conocidas de época romana cuyo uso está confirmado, equipada con un acuario central para conservar vivo el pescado.

El Museo además se coloca en un lugar especial en el panorama de los museos europeos de embarcaciones antiguas. En efecto, su construcción se realizó en el mismo lugar donde fueron descubiertas las embarcaciones, dentro de la antigua cuenca portuaria de Claudio y Trajano, el Portus Ostiensis Augusti, el puerto más grande del imperio romano.

Fueron los trabajos para la realización del aeropuerto "Leonardo da Vinci" y de su correspondiente red vial los que llevaron, a partir de 1957, al descubrimiento de los imponentes restos de la parte norte del puerto imperial, apreciables en las inmediaciones del museo, entre los que se encuentran el monumental muelle septentrional y la "Capitanía" (it. Capitaneria), donde se conserva una bóveda policromada con el único fresco en el que aparece representado el faro de Portus.

Así pues, la moderna base aeroportuaria de Italia se funda sobre la mayor base de tráfico del imperio romano, reafirmando la vocación de este territorio a la apertura internacional.

Las investigaciones revelaron los restos de ocho embarcaciones. La primera (Fiumicino 2), una nave marítimo-fluvial (navis caudicaria) para el transporte en el Tíber y canales de las cuencas portuarias, fue encontrada en 1958, mientras que entre 1959 y 1961 salieron a la luz otras dos naves caudicarias, las Fiumicino 1 y Fiumicino 3, la barca de pesca Fiumicino 5 (navis vivara) y dos partes de costado de casco que pertenecían a otras embarcaciones (Fiumicino 6 y Fiumicino 7). El último casco recuperado, el de Fiumicino 4, correspondía a un pequeño velero destinado probablemente al comercio costero regional. Un ulterior pecio (Fiumicino 8) no pudo ser recuperado debido al mal estado de conservación.

Las condiciones ambientales han permitido que se conserven las estructuras del fondo de las naves (quilla y carena), ya que, impregnadas de agua, fueron selladas por los depósitos de limo y arena determinados por el proceso de sedimentación de toda la cuenca portuaria. Los pecios yacían cerca del muelle septentrional del puerto de Claudio, una zona marginal de la cuenca en la que se llegaría a formar un auténtico "cementerio", donde las embarcaciones que ya no estaban en condiciones de prestar servicio quedaban abandonadas.

Una vez desenterradas y en contacto con el aire, las embarcaciones comenzaron a deteriorarse rápidamente, por lo que fue necesario elaborar armazones de madera para sostener los costados de las naves y poder recuperar cada uno de los pecios en su integridad. Una tarea compleja, debido a la fragilidad de los restos y a la escasa experiencia de que se disponía por aquel entonces con este tipo de materiales. La recuperación fue coordinada por el ingeniero de Obras Públicas Otelo Testaguzza, que había colaborado en la excavación dirigida por la arqueóloga Valnea Santa Maria Scrinari, luego Superintendente de Ostia. El mismo Testaguzza proyectó e hizo construir, en el área del descubrimiento, un hangar donde fueron transportados los hallazgos y sometidos a las primeras operaciones de consolidación.

El recorrido de la exposición

La exposición ha sido diseñada intencionadamente con una disposición sencilla y que gira en torno a los cinco pecios completos recuperados durante las excavaciones. Como se ha indicado anteriormente, se trata de embarcaciones comerciales que constituyen una colección de valor excepcional.

La presencia de tres naves caudicarias, barcos marítimo-fluviales destinados al transporte en el Tíber, permitió de hecho un estudio en profundidad sobre esta tipología de barcos, revelando que existía un sistema de construcción en serie, por lo que a la proa y a la popa se ensamblaba un cuerpo central de mayor o menor tamaño, según fuera necesario. Las tres caudicarias de Fiumicino podían transportar cerca de 70, 50 y 30 toneladas, respectivamente. También la llamada "barca del pescador", naves vivara, es un excepcional hallazgo en su género, así como por su estado de conservación: el acuario central para mantener vivo el pescado poseía unos orificios en el fondo para el recambio de agua, cerrados con tapones de pino.

La larga exposición al aire libre, el posterior desplazamiento al hangar (luego museo), los rigores del clima y las tensiones mecánicas sufridas por los pecios en estos sesenta años han puesto de manifiesto un estado de conservación gravemente alterado que hace necesario una amplia intervención de restauración, con el fin de restablecer las condiciones adecuadas tanto del área expositiva como de las piezas manufacturadas, de manera que así permita el disfrute de los visitantes.

Los trabajos de restauración se efectuarán in situ, concebidos como un "work in progress", sin desmontar las naves de los soportes y gracias a la aplicación de una especie de vitrina plástica dentro de la cual las intervenciones de restauración podrán ser directamente observadas por el público.

A los cinco pecios que forman el núcleo principal del museo se añade una selección de materiales sobre la estructura y el funcionamiento de los barcos, así como sobre la vida a bordo, la estructura portuaria y los comercios.

El recorrido de la visita se desarrolla en dos niveles, uno en la planta baja y otro sobre la pasarela elevada que discurre anexa a las paredes y entre los dos grandes barcos fluviales del centro de la sala, permitiendo la observación de los pecios en distintas alturas, desde las partes sumergidas hasta la vista integral por encima de las embarcaciones. Este circuito mostrará y enseñará al visitante la estructura de los barcos y, junto con los materiales expuestos, los métodos constructivos, el armamento de que disponían, la configuración del establecimiento de Portus, la vida que se desarrollaba a bordo de las embarcaciones y en el puerto, así como lo que las naves transportaban.

Por último, en la sala multimedia, además de un vídeo explicativo sobre la vida portuaria desarrollada en la confluencia entre mar y río, el visitante podrá profundizar, a través de la utilización de dos pantallas táctiles, en los distintos temas fundamentales de la exposición. El recorrido de la visita, accesible en cada una de sus partes, permite a todos, personas con movilidad reducida y padres con carrito de bebé, poder disfrutar de la exposición sin incurrir en ningún tipo de barrera arquitectónica.

El Museo ha sido concebido como un espacio expositivo "in progress". El objetivo, a partir de la configuración "elemental" centrada en los barcos, es efectivamente ampliar y enriquecer continuamente el patrimonio museístico y enmarcarlo en su contexto, con la recuperación progresiva de los restos del puerto antiguo y la creación de una red de la que el mismo museo sea el centro propulsor.

La realización del nuevo Museo ha supuesto un compromiso importante del Parque arqueológico de Ostia antigua y un crecimiento muy significativo de la relación con el Ayuntamiento de Fiumicino y con Aeropuertos de Roma, que han colaborado en la realización de la obra con el objetivo común del desarrollo cultural del territorio del litoral romano. No menos importante ha sido la colaboración científica del Centre Camille-Jullian (CNRS, Aix Marseille Université), de la British School at Rome, de la University of Southampton y de la Universidad de Huelva.

El éxito de la obra ha sido posible gracias al trabajo de decenas de profesionales y operarios comprometidos en la restauración de las instalaciones, la renovación de los exteriores, la eliminación de las barreras arquitectónicas y en el montaje del nuevo equipo expositivo:

Alessandro D'Alessio, Director del Parque arqueológico de Ostia antigua

Renato Sebastiani, encargado científico, encargado del proceso

Silvia Breccolotti, arquitecto Director de Obras

Mauro Bruni, asistencia administrativa

Valeria Casella y Daniela Tarica, control proyecto restauración barcos

Michele Orzano, encargado del seguimiento

Tiziana Sorgoni, encargado restaurador

Alberto Tulli, encargado valorización

 

Luca Argentieri, ingeniero proyecto instalaciones

Giulia Boetto y Simon Keay, consejeros científicos

Giulia Boetto, Daniela Peloso, Pierre Poveda, reconstrucción 3D de los pecios

Stefano Borghini, Cristina Collettini y Gabriella Strano, arquitectos diseñadores

Giuseppe Carluccio, ingeniero diseño estructural

Irene Cristofari, Martina Patriarca, restauradores, proyecto restauración naves

Danilo De Filio, diseño y realización gráfica

Maria Teresa Donzelli, arquitecto diseñador

Etienne Forestier, realización vídeo

Giampaolo Luglio, relieve fotogramétrico de los pecios

Francesca Pescosolido y Giuseppe Silvestri, responsables de la seguridad

Stefania Pietrini, Franca Tortora, asistentes recepción

Andrea Delle Fratte, asistencia administrativa

Mariano Delle Fratte, director operativo

Livia Scipioni, arquitecto, proyecto expositivo

 

Lattanzi s.r.l., empresa ejecutora

Línea Gobbato snc, estructura para la restauración de los pecios

Fabrica Conservazione e Restauro s.c.p.l., restauración de los pecios

Áreas arqueológicas y monumentales