La Necrópolis Laurentina
Las excavaciones de la necrópolis comenzaron en 1804 y continuaron de manera esporádica durante todo el siglo XIX, con el descubrimiento en 1865 de cuatro sepulcros con decoración pictórica conocidos como "Tumbas de los Claudios" (tumbas 32, 33 y 34), así llamadas por una inscripción que recuerda a los libertos (esclavos liberados) del emperador Claudio. Las pinturas encontradas fueron sustraídas y hoy están expuestas en los Museos Vaticanos.
Las trabajos se reanudaron en 1934 y revelaron cerca de 50 enterramientos, situados en el cruce entre la via Laurentina y un camino menor. La particularidad de esta necrópolis viene determinada por la composición social de los cuerpos sepultos, pertenecientes a la clase de los libertos (esclavos liberados); en el siglo I a.C. se trataba de un grupo al margen de la vida social, que realizaba sus enterramientos en lugares apartados como éste. Las primeras tumbas eran simples recintos cuadrangulares, donde los difuntos eran incinerados y enterrados. Con el tiempo, los libertos se hicieron cada vez más influyentes, como lo demuestra el aumento de las dimensiones y la suntuosidad de los recintos, a los que ahora se añaden elaborados monumentos.
Desde mediados del siglo I d.C. las tumbas se convertirán en cámaras cubiertas por una bóveda de cañón, con hileras de nichos para depositar las ollas (urnas) funerarias; se trata de los célebres "columbarios", difundidos en muchas otras necrópolis del período. Entre finales del siglo I y principios del II no se construyeron nuevas tumbas y la necrópolis fue prácticamente abandonada. La actividad se reanudó entre los reinados de Adriano y Septimio Severo (siglo II-III d.C.), cuando se alzó el nivel de toda el área con rellenos de tierra, enterrando los monumentos funerarios; la calle fue alzada casi dos metros, mientras que se construyeron nuevas tumbas aprovechando los sepulcros anteriores como cimentaciones.
De entre las tumbas sobresale la número 18, llamada "de la Sacerdotisa Isíaca" por un fresco presente en la fachada, hoy conservado en los Depósitos Ostienses. El interior revela un importante ciclo de estucos de época augustea, comparable a los estucos de la Villa romana de la Farnesina y de la Basílica subterránea de Porta Maggiore en Roma. En la tumba 32, llamada "de Orfeo a los infiernos" por el panel actualmente preservado en los Museos Vaticanos, se puede admirar un ciclo pictórico bien conservado con aves y frutos sobre fondo amarillo y rojo.
En la plaza situada delante son visibles varias tumbas en cista, caracterizadas por una cubierta en forma de baúl elaborada en cocciopesto (opus signinum en latín, pequeños trozos de teja con cal machacados).
La necrópolis actualmente se encuentra cerrada al público por labores de mantenimiento y restauración.